DEL AUTOMATISMO MENTAL A LA CREACIÓN
En “De
nuestros antecedentes”, escrito de 1966, Lacan
menciona a De Clerembault como su único maestro en psiquiatría, aludiendo a su
entrada en el psicoanálisis a través de las psicosis. En ese escrito presenta
las coordenadas que lo condujeron a Freud. Asimismo menciona el caso Aimée como
ejemplo de inversión de la envoltura formal del síntoma en efectos de creación.
Es un hecho conocido la relación que guarda el arte y la psicosis, y agregaría
que también la interpretación, pensada a partir de la última enseñanza de
Lacan. Podemos pensar que artistas como Marina Abramovic inventan una manera de
habitar el lenguaje. Invención que escapa a la clínica y a la psiquiatría.
Invenciones artísticas, por fuera de un discurso establecido.[1]
En
1931, en “Escritos inspirados” ya Lacan hace alusión a de Clerambault al referirse
al automatismo mental, presente en los escritos de algunos pacientes
psicóticos. Estos escritos dan cuenta del lenguaje como parásito, “ninguna
tachadura, el acto de escribir, cuando asistimos a este, se cumple sin pausas,
como sin prisa”[2].
Estos escritos, justamente, dan cuenta del automatismo mental, mostrándose el
lenguaje en su forma xenopática, en su carácter de imposición.
¿Por
qué más de 40 años después, en el Seminario
24, vuelve a mencionar a De Clerembault? Es el momento de concluir de
Lacan, habla sobre la poética de la interpretación y por eso menciono a Aimée,
porque la poesía tiene que ver con la creación, y se piensa a la interpretación
como un acto poético. Además, la psicosis nos enseña acerca de la función del
arte, la invención y la creación. Cito: “No hay nada más natural que el
automatismo mental”[3],
dice Lacan en el último capítulo de dicho seminario. Más adelante dirá que la
naturaleza no es tan natural. Lacan se refiere a que si un sujeto no patina
hacia el automatismo mental, es puro azar. En el automatismo mental se
evidencia el mismo lenguaje como parásito. Lacan se pregunta por qué no se
consideraría automatismo mental el hecho de decirse cosas a sí mismo. Y eso es
lo que nos enseñan las psicosis, el lenguaje en su forma más éxtima, más
parasitaria. En una presentación de enfermos, una paciente refiere que cuando
le habla más de una persona “ella se pierde”, deja de discernir lo que es de
ella y lo que es del otro, fundiéndose en sus interlocutores constantemente.
Siente cada palabra como una amenaza ya que éstas se le tornan confusas y
extrañas. Este caso evidencia cómo el lenguaje no es un hecho natural, cómo
este se incrusta en lo más profundo del ser, siendo fuente de todo tipo de
angustias como también de creación.
Quizás esta es la pista por la cual tanto el Lacan psiquiatra como el Lacan psicoanalista siguió el rastro del automatismo mental, primero como un hecho capital de las psicosis, y segundo, como algo que si no lo padecemos, es puro azar. Este es el motor de muchas creaciones y de la poesía misma. Nacemos y morimos pensándonos dueños del lenguaje que habitamos, quizás el análisis, la interpretación con su poesía, nos permitan despertar de esa ilusión para dar lugar a una invención.
[1] CONGRAINS, L., “La generación de
la carne”, Consecuencias N° 16, 2015,
Buenos Aires
[2] LÉVY-VALENSI, J., MIGAULT, P.,
LACAN, J., Annales Médico-Psychologiques,
1931
[3] LACAN, J., Seminario 24, Inédito



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